Presencia en la calle
En el primer contacto, el Mazda CX-80 proyecta una imagen más atlética y elegante, con formas que buscan atractivo emocional, mientras que el Volvo XC90 apuesta por una silueta sobria y reconocible que habla de seguridad y estatus escandinavo. Ambos generan respeto, pero en direcciones diferentes: uno seduce, el otro tranquiliza. Esa diferencia de carácter se nota al mirar los detalles y al imaginar su lugar en la vida cotidiana. Al final, la estética condiciona mucho la decisión para quien compra con el corazón o con la cabeza.