Personalidades al volante
El Sandero entra a la pista como el amigo práctico: sin pretensiones, directo y con una personalidad sencilla que prioriza lo útil sobre lo ostentoso. El Clio, en cambio, se presenta con una sonrisa más estudiada y un enfoque hacia una experiencia de conducción más pulida y agradable. Ambos tienen carácter, pero cada uno habla un idioma distinto: uno de sentido común y el otro de refinamiento urbano.